Leyenda
Antonio Puchades: Cent anys «d’amor per la terra»
Hoy se cumple el centenario del nacimiento de un jugador increíble y que priorizó seguir en su casa por encima de cualquier cosa

Puchades jugó toda su carrera deportiva en el Valencia / sd

Antonio Puchades vivió 87 años, pero su legado su eterno legado se sigue disfrutando. Hoy se cumplen cien años de su nacimiento y en su recuerdo vive no solamente la grandeza del Valencia CF, sino también la fuerza del sentimiento de pertenencia. Porque ‘Tonico’ y su figura representan al cien por cien una de las míticas frases del himno valencianista: el «amor per la terra». En su máxima expresión. Desde la tierra de cultivo de su Sueca natal hasta el glorioso césped del estadio de Mestalla. Dos lugares que la leyenda blanquinegra no quiso cambiar ni por todo el oro del mundo y no fue por falta de oportunidades, porque su carrera, en la que fue uno de los mejores centrocampistas del mundo en la década de los 50, le brindó ofertas de todos los colores, aunque ninguna que pudiera competir con el arraigo hacia el escudo y hacia su casa.
Criado entre los arrozales que trabajaba su familia y el campo de fútbol del SD Sueca, su crecimiento futbolístico le llevó a Tercera División comandando la medular del equipo de su municipio. Paso previo a recalar en la entidad de Mestalla en una época en la que los clubes profesionales miraban mucho más de cerca a los equipos de los pueblos a la hora de fichar. Un solo año en el Mestalla, filial valencianista, sirvió para que en el primer equipo se dieran cuenta de que en Puchades había jugador y de los grandes. Y así fue, después de una campaña de aclimatación y otra de asentamiento, se adueñó de la medular para gobernarla durante la próxima década, sumando hasta doce temporadas y más de 300 partidos como valencianista.
La herencia del ‘6’
Su perfil fue el de pivote defensivo disciplinado en lo táctico, con un carácter fuerte y un talante trabajador, prácticamente una cuestión de trasferencia de la huerta al terreno de juego. Junto con Pasieguito, más creativo y talentoso con la pelota- y que aprovechó como nadie el rol de Puchades a nivel defensivo y de equilibrio- formó un doble pivote mítico del que se sigue hablando siete décadas después por una cuestión de tradición oral entre las distintas generaciones que han ocupado las empinadas y carismáticas gradas Mestalla.
A su espalda, un dorsal ‘6’ asociado a la grandeza en el imaginario colectivo valencianista, el símbolo de un legado que prácticamente empezó con él y que continuó con futbolistas como Pep Claramunt, capitán de la ansiada Liga del 71, o David Albelda, portador del brazalete en el mejor Valencia de la historia.
Siempre en el Valencia
Ganador de una Liga, dos Copas y una Copa Eva Duarte, Puchades fue uno de los mejores futbolistas de su época y fue titular indiscutible en el Mundial de Brasil en 1950, jugando todos los partidos en la segundo mejor clasificación de España en la historia de los mundiales (fue cuarta) y siendo nombrado en el once ideal del torneo. Su nivel hizo que clubes más adinerados quisieran sacarlo de Mestalla, pero él, tal y como explicó en la RTVV, lo tenía muy claro: «El honor de un chico suecano es jugar en el Valencia, no en el Barcelona o el Real Madrid. Yo podría haber ido al Barça, porque me quería, pero yo rehusé, no quise ir. ¡Y eso que me pagaban el triple! Pero dije que no, que prefería quedarme en el Valencia y en mi Sueca». Una vinculación emocional que agrandó su leyenda. El pueblo de Mestalla le despidió con honores en 2013, su lona cuelga de la fachada de ‘su’ estadio y el campo en el que juegan los canteranos que sueñan con seguir sus pasos lleva su nombre. Hoy se cumplen cien años del nacimiento de ‘Tonico’ Puchades, pero quedan muchos por delante para honrar su legado.
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