Y es que Club Atlético Osasuna supo reaccionar, fue activando a Bryan Zaragoza, le dio más campo a Jesús Areso y, sobre todo, dejó inventar a un inspirado Aimar Oroz, quien cada vez que tocaba un balón era sinónimo de jugada de peligro para los béticos. Tras varias oportunidades, en las que fue contrarrestando el dominio inicial de los visitantes, también le tocó sufrir, con los andaluces disponiendo de dos claras ocasiones para transformar el marcador en un 0-2. Pero, la falta de acierto, permitió de nuevo a los locales mantener el pulso, volviendo a incrementar el ritmo de sus acometidas y acariciendo un empate que se le resistió por mucho que lo intentó hasta al pitido del colegiado.